El "Negro", del fútbol y de la gente...


El "Negro", como lo conocen sus amigos, la gente en las canchas, en las tribunas y en cada lugar donde se hable de él, nació un 12 de mayo 1990. Desde que inició a dar sus primeros pasos, comenzó a encariñarse con la redonda, esa pelota de cuero que le dio tantas alegrías y tristezas a lo largo de su vida. Creció al lado de ella, la llevó a diferentes puntos del mundo y les demostró a todos cuanto amor sentía por ese primer juguete, obsequio de su papá Jorge. Hubo abandonos, sí. Las frustraciones jugaron en contra para Jorge Augusto Escobar, es que el "Negro" cuando mejor demostraba en el campo de juego, siempre hubo una que otra cosa que le jugó en contra, a pesar de todo el las goza y disfruta de todo lo que pasó y de tomar las decisiones que tomó en la vida. La pelota aún lo acompaña a su lado, pero ella no crece, no se agiganta, es más cada vez se hace más chica; es que el Negro pasó del fútbol al futsal. La magia no llegaba a completar el rectángulo verde de 120 por 90 metros y decidió tirarla por completo en uno de 42 por 25. El juego lírico siempre fue una marca registrada para Jorge Augusto, los rivales siempre lo tomaron como burla o provocación hacia ellos. Caños, bicicletas, rabonas, vaselinas y tantas otras cosas salían de la derecha del Negro, lo que provocaba el enojo de sus contrincantes. Una vez esto le jugó una mala pasada, recuerda el Negro que tuvo un enfrentamiento con el reconocido arquero Pablo Migliore. En un entrenamiento en Boca, trabajando definiciones, el Negro se la colgó por arriba al enorme Pablo que no pudo llegar y quedó tendido en el piso.

- ¿Qué te pasa pendejo la concha de tu madre? ¿Qué te haces el canchero? Le preguntó enfadado el arquero al Negro mientras se acercaba a él generando una "tangana".

El Negro, que es siempre de ir para adelante, aquella vez se metió detrás del profesor Almada.
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Los primeros pasos futbolísticos del Negro se dieron en el club de sus amores, en el Club Atlético Villa Mitre, ahí jugó desde los tres años en cebollitas. Aprendió a jugar, antes que a hablar. Tras tres años vistiendo la azul y amarilla, sus padres decidieron cambiaron a otro club. El amor por la pelota y la defensa por los colores no cambiaron para el Negro, porque la azul y amarilla, seguían pegadas en la piel de él, esta vez en el Club Educador de Fútbol Nº 18, más conocido como C.E.F. 18. Con este club llegó a conocer parte del país y a pisar el "Viejo Continente". Su mamá Beatriz y su papá Jorge realizaron rifas y bonos contribución para que el Negro pueda cumplir su sueño de competir en Suecia con su club. Las delicias de "Doña Bety" fueron un sustento importante para poder conseguir el dinero necesario para el viaje. Los ricos platos de locro y el bien adobado pollo asado ayudaron a conseguir los ansiados boletos aéreos a su hijo. 14 años recién cumplidos tenía el negro cuando partieron rumbo al suelo sueco para enfrentar tres campeonatos importantísimos. La prioridad del equipo, como todos los años, era conseguir la Gothia Cup. En ese torneo, C.E.F. se quedó con el octavo puesto cayendo ante un seleccionado de Zambia.  El Negro recuerda que ese equipo zambiano era invencible, que siempre ganaban por diez u once goles; sin embargo, contra ellos cayeron derrotados por dos a uno. En las otras competencias, llegaron a meterse en el podio. Se quedaron con la gloria en la Copa Dalecarlia y en la Puma Cup cayeron en la final ante el Torpedo de Moscú, Rusia. Ese equipo del C.E.F estaba colmado de figuras, entre sus líneas estaban Juan Martín Imbert y Exequiel Rodríguez, jugadores que hoy juegan en el ascenso argentino, como también Isaías Bovi y Alejandro Mata que siempre fueron protagonistas en las diferentes ediciones de la Liga Tucumana de Fútbol y el Negro... que pudo haber estado el día de hoy en un club grande o en alguno de ascenso como sus ex compañeros, el "Centinela" Rodríguez o "Juanma" Imbert. En la Copa Dalecarlia se enfrentaron con grandes equipos, como combinados de Estados Unidos, el Galatasaray de Turquía y el Valencia de España; el mismo club por donde pasaron Fernando Gago y Roberto Ayala. Con el C.E.F., el Negro conoció las ciudades de Piteå, Borlänge y Gotemburgo; ciudades donde se jugaban la Puma Cup, la Dalecarlia y la Gothia Cup, respectivamente. El equipo conducido por Daniel Petrella era imparable, cuando llegaron a Tucumán se consagraron campeones de la Liga Tucumana de Fútbol en las Divisiones Inferiores. En la ida empataron en uno ante San Martín y fue el Negro quien marco para el C.E.F., en la vuelta volvieron a empatar y se laurearon luego de vencer al "Santo" por penales, en cancha de All Boys, el escenario favorito del Negro. El estadio Héctor Daniel Varela, es la sede nostálgica preferida del Negro porque fue ahí donde él movió las redes por primera vez, jugando en Primera de la Liga Tucumana. Escobar vestía la camiseta de sus amores. Villa Mitre enfrentaba a UTA por la cuarta fecha del torneo y ya caía por uno a cero. El empate y el debut goleador del Negro llegó a los 25 minutos del primer tiempo, un mal despeje del central rival dejó la pelota servida para Walter Ledda, el "Ciego", su fiel amigo lanzó un  centro y el Negro, de cabeza conectó para poner el empate y entonar el grito sagrado por primera vez con su gran amor, Villa Mitre el 10 de mayo de 2010. El primer festejo de un jugador, muchas veces es un grito y un abrazo con un compañero, no todos saben cómo festejar el debut en las redes. Escobar en su primer gol, se paró al lado del palo derecho, se estiró la remera y sacó una media pirueta hacia atrás. Festejo de jugador europeo, festejo de goleador acostumbrado a festejar, el Negro sin embargo lo hizo por primera vez. La alegría se opacó al final del encuentro, porque su equipo cayó por goleada 7-4 ante el campeón de esa edición. Dos fechas después, ante San Fernando, volvió a gritar. Fueron los dos únicos goles que marcó con Villa Mitre que caía 2-0 contra el "Cocodrilo Verde" y pudo darlo vuelta gracias a los goles del Negro, el "Ciego" y el goleador histórico del "Gigante", Facundo Ariel Di Clemente. Todo era un mundo de colores, de colores azules y amarillos para Escobar, cuando jugaba en el club del que es hincha, pero no todas las novelas de amor tienen finales felices, la relación futbolística entre él y el Club no terminó de la mejor manera y finalizó enojado su vínculo con esta.

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Terminó las Inferiores en C.E.F y realizó unas pruebas de Boca Juniors en el año 2007, en una convocatoria que tuvo el Club "Xeneize" por San Andrés, le fue bien, trató de dar todo en los dos días, marcó goles a hizo jugar, recuerda el. Eso le gustó al "Profe" Almada y a los cuatro días recibió una llamada, una llamada de las tantas que le cambió la vida.

 - Hola ¿Escobar? Quería informarle que fue elegido por el Club Atlético Boca Juniors, necesitamos que mañana se presente en Casa Amarilla.

 Era grandísima la emoción de Jorge y su padre que lo festejaron con un fuerte abrazo y una mirada entre ojos empañados en brillo. Las ansias de estar en Brandsen 805 eran cada vez mayor, al correr de las horas. El primer vuelo que pudo tener, lo consiguió y al otro día ya estaba ahí. Vestido como todo futbolista, con su pantalón corto que llegaba unos centímetros arriba de la rodilla, sus medias largas y una camiseta un poco grande que se escondía por debajo del elástico del pantalón. Llevaba también una botinera negra, con un escudo de Villa Mitre desgastado, poco visible que en los compañeros del complejo, los confundían con el de Boca Juniors. Cuando llegó lo esperaba el "Profe" Almada, dando prácticas a su categoría, la 90'  que se preparaba para enfrentar dos duelos importantes. El Negro, mientras tanto esperaba su momento para entrenar, aprovechaba el tiempo para recorrer cada campo y pasillo de  Casa Amarilla. Se sorprendía con los gimnasios, con el nivel de juego de las categorías mayores, con uno que otro mural azul y oro que mostraba las glorías del club. Quizás, se imaginó así mismo grabado en alguna pared. Lo que más le llamó la atención fue ver la tribuna del Estadio Alberto J. Armando que daba justo al frente del Complejo. No podía entrenar todavía, porque su división  estaba a punto de jugar las semifinales del Torneo frente a Vélez. El seguía esperando, rodeando por Casa Amarilla, en un momento se acercó hasta el entrenamiento del plantel de Reserva, observaba cada movimiento de las figuras que se encontraban en ese plantel, tales como Mauricio Caranta, Pablo Migliore, Ricardo Noir, Exequiel Muñoz, Gastón Sauro y Nicolás Gaitán, entre otros.

El Negro se acercó al alambrado para tener una vista mejor, mientras miraba uno que otro movimiento, se le acercó el “Profe”.



-         Escobar, cámbiate. Te voy a poner a entrenar con la Reserva, así no perdes ritmo ¿Te animas?

¿Cómo no se iba a animar? Si esperaba, desde que pisó el Barrio de La Boca, poder estar dentro del campo. Se fue corriendo al vestuario, se cambió, se colocó los botines e ingresó a la cancha para posicionarse en una hilera para practicar definiciones. Llegó su turno, le dieron un pase desde la mitad de la cancha, la rebotó hacia la banda izquierda para un compañero y este la devolvió, para que el Negro la cuelgue ante la salida del arquero, que enojado lo fue buscar, para que deje de hacerse el “canchero”. Al negro lo asustó la reacción del golero. Claro, Migliore ya pisaba los 25 años y el Negro todavía no había llegado a los 18 años. En los siguientes turnos, pateaba débilmente, tal que la pelota rebotaba como si fuera un sapito.

En los pasillos de Casa Amarilla y en el vestuario igual se hablaba de la definición del “Tucu” finalizada la práctica. Algunos creían que se trataba de Juan Martín Imbert, su ex compañero en C.E.F. Pero no, era el Negro, que sin jugar en la categoría 90’ ya dejaba a todos con la boca abierta en la Reserva.

En Boca se encontró con su fiel amigo Imbert, la dupla goleadora del club de Calle España 3761, se volvía a encontrar, esta vez en el Barrio Popular de La Boca. “Juanma” ya pertenecía al club y estaba en otra pensión, mucho mejor a la del Negro, donde compartía  habitación con uno o dos compañeros más, una habitación cinco estrellas. El Negro, en cambio se hospedaba en un anexo del club, que compartía con seis desconocidos, de distintos puntos del país. Un anexo que parecía un mono ambiente. El Negro revisaba las cosas una y otra vez cuando se levantaba, desconfiaba de sus compañeros, con los que nunca había compartido camiseta, ni nada. Habló con su gran amigo Juan Manuel, para poder compartir pensión con él. Su amigo accedió, hizo gestión para que puedan compartir cuarto juntos y lo lograron, volvieron a estar al lado, como en el viaje que realizaron a Suecia, tres años atrás.

El Negro se estaba acomodando en el Club, ya tenía conocidos y con quién conversar. La categoría 90' ya había conseguido el título ante Banfield y los entrenamientos para Jorge ya se estaban avecinando. Pero una llamada le cambió el destino. Antonella le informó que estaba embarazada. El Negro que tenía en mente solo dedicarse al fútbol, porque había abandonado los estudios, no tomó otra decisión que volver a su ciudad natal, a Tafí Viejo.

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