Las Rosas que varios no conocen

La entrada. La cuadra Thames con acceso al barrio.

Desconocido para muchos. El que lo conoce poco sabe de su historia y el porqué de su nombre, o hasta quizás no sabe su nombre verdadero.
Barrio Vial lo llaman algunos, pero en realidad, el Barrio Cerro de Las Rosas es ese  que se encuentra en el medio de la selva. A sus alrededores pregona la droga, los transas, los tiros y los chorros. Él pretende abstenerse, por momentos lo logra y por otros no puede hacer nada. Creció a partir de un monoblock y se fue formando y forjando a lo largo de los años para convertirse en lo que es hoy, un lugar donde religiones, etnias, culturas y gustos se mezclan día y noche.

La primera parada me lleva a confirmar si lo que se dice en el barrio es cierto. La Dirección de Catastro y Edificación me recibe mojado de pie a cabeza; sí, la lluvia me sorprendió. La camisa cuadriculada del hombre que me atiende es similar al plano digital que luego me muestran. Lo que se dice se confirma. El barrio es un rectángulo, desde Paso de Los Andes hasta Ejército del Norte, todo por la Avenida Francisco de Aguirre, adentro del mismo engloba las calles Thames, Pasaje Juan Cruz Varela, Emilio Castelar, Pasaje Paraná e Isabel La Católica, todas paralelas a la Francisco de Aguirre, y Manuel Alberti junto con Juan José Paso perpendiculares a la misma.

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-Buenas noches, hasta el Barrio Cerro de Las Rosas, por favor.
-¿Dónde? Perdón, no conozco ese barrio.
-Siga por aquí que yo le voy indicando.
La charla entre alguien que vive en el barrio y un taxista tiene esta respuesta frecuente; y claro, todos lo conocen por el nombre de Barrio Vial, pero en realidad no es su verdadero nombre.

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1990, este fue el año en el que el barrio comenzó a formarse. El monoblock de Thames y Pasaje Juan Cruz Varela empezó a tomar forma y los departamentos ya tenían compradores. Serían los primeros en habitar el distrito. René Gómez, propietario del departamento 38 del edificio, admite que nunca pensó que el lugar crezca tanto, cuando lo compró lo hizo como una especie de inversión para luego venderlo. Pero para su sorpresa, el barrio creció y ahora su esposa y sus dos hijos viven allí desde hace años.  Él se separó hace una década y ahora su día a día muta entre la Legislatura y su ciudad natal, Lamadrid.

Lechería, quintas de naranjas y un gran campo con rosas era lo que uno podía ver cuando pasaba en los años 70 por donde ahora se sitúan casas, negocios, boliches, gimnasios, sangucherías, panaderías y demás locales comerciales que fueron formando parte de lo que hoy en día es el barrio. Eso es lo que comenta Raúl Mambrini, dueño de la mayoría de las tierras.

- "Antes uno podía hasta comer en la calle o jugar a la pelota. Ahora es imposible por la cantidad de autos que pasan", expresa Raúl.

Transporte.
El 1 es uno de los colectivos que te depositan cerca del barrio.
Los 1 y 101 de Lomas de Tafí, cualquier 131 y el 19 son los colectivos que te depositan a una cuadra de la entrada del barrio. El 142 lo hace en la Ejército del Norte, mientras que el 12 es el único que transita las calles del mismo, haciendo la vuelta de su recorrido en Manuel Alberdi y Emilio Castelar, donde se ubica la Escuela Blas Victorio Conrero.

Las historias, como en todo lugar, surgen con solo investigar. Exorcismos, brujerías y macumba es lo que uno puede encontrar en este barrio en el que literalmente, se encuentra de todo. El primer relato que llega a mis oídos es el de Mariana; una chica que vivía en calle Manuel Alberdi y Madrid, dicen los que eran sus amigos, que en Septiembre de 2009 su alma estuvo poseída. Como todo día del estudiante, ellos se juntaron para festejar y de forma jocosa se dijeron de jugar a la copa, el conocido juego para llamar a espíritus. Como Mariana no quería, empezaron a decirle cosas hasta que aceptó.

-  El problema fue cuando la copa se movió”, comenta Bruno.

Sus ojos se abren grandes y dice no haberse sorprendido, porque pensaba era uno de sus amigos. Pero nadie fue el encargado de tal broma. Cortaron todo ahí y decidieron no decirle a nadie de lo sucedido. Pero el problema es que en este juego, antes de dar por terminado todo, hay que despedirse de los espíritus. El 30 de Septiembre de 2009 no fue un día más en el barrio, muchos de los changos que estaban en la esquina de Madrid y Thames se quedaron asustados por los gritos que provenían de una cuadra hacia sus espaldas. Mariana se encontraba aferrada a su cama, brazos y piernas agarrados con una soga, un cura, su madre y su padre estaban presentes en la habitación donde se realizó el exorcismo, los demás estaban afuera, esperando la resolución del acto.

Recuerdos para borrar. Imagen del saqueo en 2013.
El cielo estaba gris cuando recorrí de punta a punta el barrio. Los líquidos cloacales se hacen presente en la mayoría de las esquinas, árboles hay en todas las cuadras, hojas en el piso, autos en la calle como si no pasara nada. Las mismas son doble mano, como en todo barrio, los vehículos estacionan en la parte derecha o izquierda, total aquí no ponen cepo. Cuando uno camina se da cuenta de las cosas que ocurren y ocurrieron. Pasan los años y todavía hay gente que se acuerda de los saqueos del 2013, muchos dicen que fue donde más se unieron. En todas las esquinas hubo que poner ramas de árboles, piedras y vidrio para evitar que la gente con vehículo pasara, el miedo se hacía presente pues los barrios adyacentes como Los Andes, Aguas Corrientes, San Agustín y Canal Norte se decía querían saquear el Hiper Libertad de Acceso Norte, y para eso, debían pasar por el barrio.

La “jornada” se extendió desde las 20 hasta las 7 de la mañana aproximadamente, ya que varios tuvieron que quedarse de “serenos” para evitar sorpresas. En el transcurso de las horas el miedo fue creciendo, aproximadamente a las 2, algunos “vecinos” intentaron atravesar las instalaciones de la SAT para ingresar al barrio pero los escopetazos de Don D’Elía hicieron que sus ganas se esfumaran al mismo tiempo que los cartuchos caían al suelo.  En varias casas se utilizó el método de poner la mesa sobre la puerta de entrada para evitar el forcejeo ajeno. Luego de esto, tres días después, los vecinos cortaron la calle y pusieron un tablón en el medio en modo de festejo por haberse defendido entre todos.

Muchas son las historias malas, pero también las hay buenas o positivas. Las historias de recuperación por droga no abundan pero sí ocurren en el barrio. Ariel, uno que la peleó y la siguen peleando, nos cuenta cómo salió de algo tan adictivo como las sustancias prohibidas. El hombre de 36 años, 1,98 de altura, flaco, pelo mojado, su cara demuestra esperanza y esfuerzo; comenta que perdió su trabajo, su hogar y hasta su familia por la inhalación de cocaína. Cuando comienza a contar su historia sus ojos se llenan de lágrimas y sus piernas empiezan a moverse cual baterista. Arrancó a los 17, empezó con el faso y luego decidió probar cosas nuevas. Las vueltas de la vida lo llevaron a encontrarse con la cocaína, o la novia blanca, como la llama él, haciendo alusión a la canción de La Mona Jiménez. Pasaron unos años hasta que se dio cuenta que no podía separarse, su amor era más fuerte pero cuando perdió todo tomó la decisión de divorciarse.

-  Tuve que estar internado en el Obarrio unos meses y luego pude salir”, comenta mientras seca sus manos sudadas con su pantalón corto deportivo. Ahora disfruta de su familia y sus hijos en Madrid 2190, lugar donde nació y creció.

Buscar a la primera personas que llegó a vivir aquí se complica. Algunos señalan el kiosco de la Juan José Paso y Madrid, la “Gringa”, me dicen. Consulto pero ella misma me confirma que su presencia se pudo ver desde 2003, donde ya había muchos vecinos en el lugar.

-  Fijate en Fidel”, me avisa.

Y ahí fui, a lo de Don Fidel. Fidel Cornejo es de esas personas que uno con solo verlas se dan cuenta de su humildad. Con sus 65 años sigue laburando por las changas. Su ropa demuestra que siempre está dispuesto a realizar cualquier trabajo que sea necesario, siempre y cuando tenga que utilizar sus manos y no la cabeza. Sus botas punta de acero y su pantalón de grafa ya desgastado, afirman que hace tiempo los tiene en su posesión. Cuando lo saludo con un apretón de manos sus palmas ásperas me demuestran el esfuerzo del trabajo diario.

-  Yo vine de grande aquí, me apropié de uno de los terrenos que nadie se hacía cargo, lo limpié y lo dejé listo para armar mi casa”, afirma Fidel.

Su hogar, hecho a base de maderas y cubierto por una lona verde que oficia de techo, sufren cuando la lluvia pega fuerte. Las canaletas de tierra alrededor de su casa no funcionan como él quisiera cuando el agua es incesante. Pero él afirma que lo único que le interesa es poder tener para comer y mantener a sus cuatro perros, lo que más ama en su vida.

-  Yo siempre pensé que el barrio tenía como nombre Barrio Vial, siempre lo conocí de esa forma y me sorprende que se llame de otra manera. Algunos vecinos no saben ni dónde viven entonces".

Fidel no sabe leer ni escribir, afirma que necesita de la ayuda de los demás residentes para tipear o leer un mensaje. Lo único que sabe diferenciar de su celular es la hora, la cual siempre pide adelantar cinco minutos para cuando suene la alarma salir más temprano de lo que dice su reloj y llegar a horario al trabajo que tenga que hacer.

Los domingos son los días de descanso, donde la mayoría de los trabajadores tiene su franco semanal. Cuando camino por el barrio, los aromas de comida varían, pastas y asado son los principales en las ocho manzanas que lo conforman. La música no descansa, cumbia, cuarteto, trap y folklore es lo que suena en los hogares y mesas. La peña de la Sanguchería El Turco, se escucha a lo lejos, el olor a carne asada, pollo, achuras, milanesas y empanadas, te hacen imaginar que no la vas a pasar nada mal. Pero también, además de las clásicas comidas familiares, están aquellos que agradecen el poder vivir un día más. La Iglesia Evangelista Bautista Bet-el es la que está ubicada en Avenida Francisco de Aguirre 2050, y a la cual acuden varios fieles. La misma nació hace 30 años de la mano del Pastor Lorenzo Owens, quien actualmente está acompañado de su esposa Ruth a la hora de dar la reunión general, los domingos a las 20. La creación de esta iglesia fue para predicar la Palabra de Dios y poder atraer gente que pueda seguir haciéndola conocer a partir de las enseñanzas recibidas.

Goleador tucumano. "Cachi" Zelaya es ídolo en Talleres.
El deporte no abunda, pero siempre está presente, de alguna manera u otra. Es común los partidos de veteranos los fines de semana tempranito, donde suelen destacarse algunos, y otros solo concurren por el famoso tercer tiempo. Entre los delanteros del “Barrio Vial”, equipo que juega en la cancha ubicada en Manuel Alberti y Pasaje Juan Cruz Varela, la gente que está presente siempre lo reconoce al 10. José Alfredo “Cachi” Zelaya, aquel recordado por haber jugado en Atlético y San Martín, integra el equipo barrial y sigue dando que hablar aún con sus 51 años encima y varias operaciones de rodilla que le impidieron seguir ligado al fútbol profesional. Nacido en Barrio Judicial, donde dio sus primeros pasos en el fútbol, recuerda que llegó en el ’70 junto a sus padres, los que vivían a dos casas donde luego él,  con la plata que ahorró, compró para su familia. "Cachi" frena la pelota un rato y se aleja de su grupo de amigos.

-"No tenía idea que el barrio se llamaba Cerro de Las Rosas, es más, nosotros jugamos aquí con el nombre de Barrio Vial", afirma el ex delantero de Talleres, Atlante de México y Mérida de España.

Además de él, existen varios deportistas que nacieron y crecieron dentro del barrio, y que a pesar de las adversidades siguen con la intención de cumplir sus sueños. Jonathan Núñez y Luis Núñez, los hermanos basquetbolistas que jugaron juntos en Asociación Mitre y ahora la vida los separó, Luis viste los colores de Estudiantes mientras que el "Chueco" sigue en su amado "Verde" de la Plazoleta; Aníbal Medina, futbolista que vistió la del "Santo" y San Jorge y llevó sus 1,90 de altura a Deportivo Madryn y San José de Bolivia; y Nahuel Díaz, el joven armador de vóley que ya vistió la camiseta nacional y consiguió salir campeón en juveniles, actualmente juega en Tucumán de Gimnasia, son algunos que caminan por las calles del Cerro de Las Rosas.

Para empezar el finde. 
Privilege abre sus puertas viernes y sábados por la noche.
Como si fuera poco, y para cerrar la semana, Privilege prende sus luces y activa las barras. Hombres de mayores de 30 y mujeres de 25, alcohol, música y quién sabe qué más, son los que integran las noches de viernes y sábado. El local, ubicado en Avenida Francisco de Aguirre al 2048, tuvo varios boliches los cuales tuvieron que cerrar por problema de conducta de los concurridos. Como es el caso de Santos Culpables, el cual tuvo quizás el peor episodio, ya que un enero de 2017, un joven murió por una bala perdida. La historia cuenta que él no tenía nada que hacer allí, solo había ido a buscar a su sobrino, el cual se había escapado de casa para disfrutar de una buena noche, y la mala suerte le jugó tan mala pasada. Justo cuando él lo esperaba, dos bandas salieron a los tiros de adentro de la bailanta y una bala perdida se llevó su vida. El homicida, como ocurre en varias oportunidades, no fue encontrado por la policía.

Barrio Cerro de Las Rosas, el lugar donde todo florece, como Mariana, que luego de su exorcismo pudo rehacer su vida tranquilamente, como Ariel, que disfruta de las guitarras sonando y esa costilla que tanto le gusta, como tantos otros vecinos, que a pesar de vivir hace años no quieren irse y los nuevos, que quieren quedarse siempre.


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