San Lucas


”Nunca imaginé todo lo que podía venir después”, con esas palabras Lucas Ischuk, ex arquero de Atlético Tucumán, recuerda aquel momento en el que, sin saberlo, se convertía en un ídolo que quedaría por siempre en la historia del club.

Oriundo de Santa Isabel, sur de Santa Fe, se inició en el club Sportivo Juventud Unida, del cual reconoce ser muy hincha. Hizo juveniles e inferiores, y cuenta que lo lleva dentro, todos sus amigos del barrio jugaban ahí. Hasta que un día, cumplidos sus 18 años de edad, se fue para Buenos Aires. Pero al amor por ese club siempre estuvo presente. Hoy en día cada vez que puede lo ayuda y apoya.

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Lucas Ischuk llegó a Atlético Tucumán en 2007, Jorge Solari era el técnico en ese momento y juntos se ganarían el corazón del hincha decano. Luego de 22 años sin conseguir un campeonato, aquella tarde del 15 de junio de 2008 Atlético le ganaba 2-1 en el Monumental José Fierro a Racing de Córdoba, pero ese resultado llevaba el partido directamente a la tanda de penales ya que en el encuentro de ida habían sido los cordobeses los que triunfaron. Desde los 12 pasos, el santafesino agigantó su figura como un Dios y se convirtió en el héroe de la tarde, atajando un tiro fundamental a Hernán Fernández y luego marcando el gol para definir la serie que desató la fiesta. Atlético ascendía a la “B” Nacional, en donde fue vencedor de principio a fin y con un objetivo claro que era conseguir el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino. Lo consiguió, el "Decano" era campeón y lograba su objetivo. Aquel campeonato del 2008 Atlético festejaba un par de fechas antes de finalizar la competencia  por su gran tarea durante el año. Dos campeonatos en 2 años, Lucas no se lo había imaginado. De jugar el Argentino A, a enfrentar a los mejores equipos del país en poco tiempo y en un plantel en el que él se había convertido en una pieza fundamental.


Llegue a su lugar de trabajo, el estaba sentado con el celular, separado de los grupos de gente que había en ese momento. Me vio, acercó una silla para que me siente y empezamos. Reconoce que tuvo la suerte de venir a Atlético y que realmente fue una etapa muy linda. Según él, fue el club que más lo marcó en su carrera profesional.

Poco a poco fuimos tomando confianza, cuando le pregunté sobre los ascensos con el club, su mirada cambio, se quedó pensando y seguramente por su cabeza pasaban aquellos momentos de gloria que vivió con Atlético.

-Fue muy importante para mí- dice.

En su recuerdo comenta que había sido un año duro, la presión los asfixiaba porque el decano no podía salir del Argentino A, donde se encontraba hace varios años. Desde las tribunas, los hinchas alentaban al equipo, pero el nerviosismo era evidente. Por suerte para ellos, en ese partido se les dio todo a favor, pudieron culminar con la serie de penales un ascenso para que Atlético pueda crecer. Afirma que los tiros desde los doce pasos no los había estudiado, si bien le decían tal patea para tal lado, en ese momento no sabía cuál era cual. Hoy en día es distinto, el cuerpo técnico busca vídeos y datos para decirle directamente al arquero. También dice que no le gustaba practicar penales. Recuerda que cuando era joven atajaba muchos pero cuando pasó los 30 años de edad, dejó de atajarlos. Dicen que cuanto más grande sos, tenes mas experiencia pero lo de él fue al revés, de grande no atajaba ninguno. Lo que si le gustaba era patearlos, y lo demostró en ese ascenso convirtiendo el quinto.

En el ascenso a Primera, el "Decano" no pudo mantenerse por más de una temporada, por lo que un año más tarde, volvería a jugar la segunda categoría del fútbol argentino. Reconoce que tuvieron un poco de mala suerte y cometieron errores, tenían buenos delanteros pero no podían hacer goles. Fue un campeonato donde había equipos muy fuertes, el segundo semestre no hicieron las cosas bien y fue algo que le dolió mucho.

Hoy en día, Atlético se encuentra en el mejor momento de su historia y el viejo ídolo del club opina que es consecuencia del trabajo grupal de varios años, dirigentes, jugadores, etc. Sin dudas cuando los jugadores están más tranquilos es mucho más fácil conseguir resultados. Reconoce que, como simpatizante del club, es lindo verlo en los primeros puestos peleando por entrar a las copas. Sin embargo, no es amante del fútbol, apenas mira los partidos importantes pero los que vio en la copa fueron muy emocionantes.

Nos distrajimos viendo uno de los partidos que se jugaban frente a nosotros, luego de unos minutos retomé la entrevista preguntándole si le hubiese gustado participar de algún partido en especial. Dudó, pero reconoce que todos los que jugó con el club los disfrutó así que prefiere no pensar en eso. Se alegra cuando le va bien a Atlético.

Lucas defendió los colores celeste y blanco durante 5 años. Su llegada al club no solo lo explotó como deportista, sino que también encontró el amor. Gisela, quien hoy es su esposa hace más de diez años, fue la que lo acompaño en todo y siempre tomaron las decisiones en conjunto, es hija de quien en ese momento era el entrenador de arqueros del club. Juntos tuvieron dos hijos, Isolina que hoy tiene 8 años y Tiziano de 4. Luego de su paso por Atlético, Lucas estuvo en varios clubes, como Sarmiento de Junín, Talleres de Córdoba, Gimnasia de Mendoza, entre otros, pero por su esposa decidió continuar con su vida en Tucumán luego de dejar el fútbol.

-Me siento cómodo aquí, hoy soy un tucumano más.-

El atardecer llegaba a su fin, la oscuridad de la noche se adueñaba de la ciudad. Aproveche para preguntarle sobre su retiro. Llegó un momento en el que dijo basta, quería disfrutar otras cosas y no se arrepiente de nada,  ahora se dedica mucho a la familia, antes por los entrenamientos y viajes con el club no lo hacía. Cuenta que mucha gente le dice que se retiró joven, que podría haber seguido jugando porque apenas tenía 37 y no había tenido lesiones pero en ese momento priorizó la familia, a su hija le costaba los cambios del colegio y decidió dedicarse a los proyectos personales. Reconoce que la carrera de un futbolista es así, el tiempo pasa rápido pero no se recrimina nada, hoy disfruta del tiempo y está feliz con la vida que lleva. En el último tiempo de su carrera lo que más le costo fue el hecho de viajar y concentrar, tenía a sus hijos chicos y eso fue la situación que ayudo a tomar su decisión.

 Dejar el fútbol solo cambio su rutina, a la mañana está en su casa, se encarga de cuidar a sus hijos y por ahí sale a hacer cosas de su negocio. A la tarde se va al club, practica deportes y se mueve siempre por los mismos lugares. Le gusta hacer actividad física pero no le gusta el gimnasio. Afirma que del fútbol no extraña nada, ahora hace cosas que quizás antes no podía, como sentarse a tomar una cerveza con los amigos, pero que fue lindo haber conocido tanta gente y lo bueno es reencontrarse con ellos. También comenta que hace muchos años que no va a la cancha, no solamente a la de atlético, sino a ningún estadio, prefiere verlo desde su casa disfrutando de la comodidad de su sillón y comiendo un asado.

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La siesta estaba terminando, me quedé esperando que termine su partido de tenis para hablar con él, en la espera, luchaba con los mosquitos. Aproveche para ver como jugaban, estaba enojado porque la mayoría de sus golpes quedaban sobre la red. Aunque su saque de derecha era potente y difícil de controlar para su rival. Suspiraba y con insultos al cielo, decía que no estaba haciendo las cosas bien, culpaba a la pelota, que poco tenía que ver, ¡Plaf! se le había soltado la raqueta, cayendo al polvo anaranjado de la cancha. Al mismo momento de su partido, chicos de la escuelita en la que actualmente trabaja, pasaban por el lugar y al reconocerlo se reían de su desempeño. Le decían que era mejor arquero o director técnico que tenista.

 Me miró de reojo e hizo un gesto con su cabeza, saludándome pero sin desconcentrarse.

-Báncame que ya termino- dijo y me senté en un banco del lugar.

Finalizó el partido, se lo notaba exhausto por el calor agobiante. Tomó una toalla y secó la transpiración de su rostro, que parecía prenderse fuego, luego agarró una botella de agua y la bebió por completa en pocos segundos. Espere a que recupere el aire, habían estado jugando por más de dos horas. Manifiesta que le gusta el tenis pero que no tiene los golpes como para jugarlo de manera profesional,  sonríe. Reconoce que si hubiese sido más chico y tuviese que elegir entre este deporte o el fútbol, se inclinaría por el de la esfera más pequeña. Me cuenta que, a diferencia de los partidos de fútbol, ve todos los torneos de tenis y que sigue mucho a Rafael Nadal, podría decirse que es hincha del español. En el tiempo que vivió en Buenos Aires fue a ver los torneos de ATP siempre que podía.
                                   

Se decidió por el fútbol porque era lo que más se jugaba en su pueblo y la pasión por el tenis lo agarró de grande.

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Puede decirse que Lucas Ischuk comenzó su vida de arquero por casualidad. En su pueblo solamente jugaba al fútbol con sus amigos. Asegura que le gustaba jugar en el medio campo y una vez le dijeron que tenía que ir al arco. Luego no se sacaría los guantes hasta su retiro. Su niñez fue algo muy lindo, disfrutó cada momento ya que a esa edad, uno no tiene problemas, solo deben ir al colegio. Pero hoy en día las cosas cambiaron, la inseguridad se apoderó de las calles y los chicos ya no tienen tanta libertad, esa libertad que tenían en su pueblo.

Cuando arrancó como arquero le gustaba mucho Oscar Cordoba, quien defendía los colores de Boca Junior y fue uno de los mejores arqueros del fútbol argentino. Intentaba copiar lo que hacía, aunque era muy difícil pero él veía y aprendía. De su vida debajo de los tres palos no guarda recuerdos físicos, aclara que tiene poca ropa de los ascensos ya que, cuando jugaba, regalaba todo. También con las mudanzas se fueron perdiendo. Su madre guarda recuerdos, recortes de diarios y fotos, cuando va a su pueblo dice ver cosas que ni se acuerda que habían pasado.
Lo que si conserva de esos años son las amistades. El fútbol te deja muchos amigos pero por ahí con algunos te juntas más que con otros. ClaudioCapeSarria, Sebastián Longo, HéctorYayaÁlvarez, Martin Granero, son algunos de sus ex compañeros con los que hasta el día de hoy, tiene contacto.

Sin embargo, no todo fue color de rosas. Cuando Lucas cumplió 18 se fue a River Plate y estuvo cinco años, pero por problemas con su representante, tuvo que dejar de jugar por seis meses y en ese momento, pensó que no iba a jugar más. Entonces empezó a estudiar una carrera terciaria, le gustaban las Ciencias Económicas. Su familia lo acompañó y estuvieron siempre, River le daba todo pero ellos trabajaban para que no le falte nada. Poco tiempo después se fue a Rosario y volvió a colocarse los guantes, ascendió con Arroyo Seco y su felicidad por retomar lo que amaba hacer, era inmensa. Luego, Jorge Solari lo trajo a Atlético y lo demás es historia.

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Lo espere, sentado en una de las muchas sillas vacías que había en ese momento. El horario en el que los chicos salían del colegio se acercaba y me pidió que lo acompañara, estábamos a un par de minutos en auto. En el camino aproveche para preguntarle qué cosas no le gustaban de Tucumán, se quedó pensando en lo que quizás era una pregunta que él no se la había hecho nunca: el tráfico, es una ciudad pequeña y hay demasiados autos. Una respuesta que si le preguntásemos a la mayoría de los automovilistas responderían las mismas palabras. Sin embargo, él eligió vivir en una zona alejada del centro, donde el trafico generalmente es un problema y donde se forman largas colas de autos y el malestar de la gente es evidente, por lo que no lo sufre todos los días y solo lo hace cuando tiene que ir a hacer algunos trámites.
Mientras manejaba, su mirada estaba fija, como si estuviese hipnotizado. La música de la radio nos acompañó durante todo el viaje. También recordó el día que estaba parado en un semáforo, esperando la luz verde, cuando de repente sintió un fuerte ruido y un sacudón. Un taxi lo había chocado de atrás, cuando se bajó, vio que el conductor no se encontraba en condiciones para manejar, al parecer había estado en una fiesta minutos antes del choque. Se enojó, pero cuando vio que su auto no tenía nada, volvió a subirse y se fue.
Llegamos al colegio de los chicos, por la ventana alcance a ver la entrada, Colegio Fasta Boisdron. Me pidió que lo espere y se bajó del auto para buscar a sus hijos, que ya lo estaban esperando en la puerta agarrados de las manos viendo como su papá se acercaba a ellos.
En su vida como padre dice que es tranquilo, solo se molesta cuando los chicos pelean por algo o no le hacen caso, reconoce que son ellos quienes lo hacen enojar a menudo. Isolina  y Tiziano crecen rápido. El varón, no le da importancia a la pelota, le gustan más los autos. Cuando va con Lucas a la escuelita juega con los chicos pero todavía es chico. Afirma que se portan bien, pero siempre hay que poner límites ya que, si fuera por ellos estarían todo el día con el celular o viendo dibujitos, trata de ponerle normas pero por ahí se enojan.
Volvimos y me despedí. Subí a mi auto, que estaba estacionado en las afueras del lugar y comencé el camino a casa.

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En el club donde trabaja y también es dueño, se ubica en Avenida Perón al 1000. Es profesor de la categoría 2008-2009. Fue un proyecto que inició con uno de sus ex compañeros de Atletico, Sebastian Longo, con quien hoy comparten mucho mas que una amistad.
Seba llegó al Decano el mismo año que Lucas y fueron compañeros de habitación desde un primer momento. Son amigos que te deja el fútbol, diría después el ex volante. Su relación siempre fue buena, al principio comenzaron a contar cosas de cada uno y así se fueron conociendo. Afirma que a su socio le gusta molestar mucho, pero luego sería el ex arquero el que negaría esos dichos.
- Seba me cargaba con la vestimenta, nunca le di importancia a eso -


Durante el año, en el club, trabajan todas las cuestiones para que el día de mañana, si los chicos tienen la posibilidad de probarse en algún club, estén preparados. Pero ahora son nenes, se quieren divertir.
En las escuelas de fútbol se hace todo por etapas, todos los años se practican cosas distintas. En la última parte del año todo es futbol y juegos, ya los exigieron demasiado. Los profesores cuentan que los chicos tienen un buen comportamiento pero que cuando ven una situación mala castigan al equipo completo.
Cuando fui a visitarlo estaba sentado en el borde de la cancha dirigiendo, como un árbitro, con un silbato en la mano. Renegaba con los jugadores que no estaban disputando el partido y se cruzaban por delante de él. Gritaba como un gol cada vez que los arquero de 1,40, de cualquiera de los dos equipos, detenía una pelota.
El partido se disputaba entre 3 equipos, azul, amarillo y naranja, el primero era imbatible.
 A Lucas no le gustan las faltas de respeto y dejaba sin jugar a un equipo por el simple hecho de hacer burla a un compañero. Tampoco le gusta el juego aéreo, pide que jueguen por abajo. Se levanta, de brazos cruzados mira atento y da indicaciones todo el tiempo.

-Profe no tenemos nada, somos pobres- dice uno de los chicos, haciendo referencia a que su equipo no podía ganar un partido.
- Tienen salud, es lo que importa- Responde.

Esperé a que termine la escuelita, ocho y cuarto marcaban las agujas del reloj y los padres llegaban a buscar a sus hijos. Saluda a uno por uno, nos vemos el sábado, repetía.
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En 2015, Lucas Ischuk pasó por Talleres de Córdoba, un club grande del interior y tuvo la posibilidad de ascender a Primera. A diferencia de Tucumán, Cordoba es una provincia grande. Además me contó una particularidad, hasta los hinchas de Belgrano, clásico rival de la “T”, reconocen que Talleres es grande.
Le pregunté si en Tucumán era posible que suceda algo parecido y entre risas contestó que era imposible, el hincha defiende su camiseta a muerte y además es parejo. Un clásico se vive con mucha pasión.
Después de haberse ido de Atlético se corrió un rumor de que iba a jugar en San Martin, clásico rival del “Decano”. Sin embargo, afirma que no fue así, no lo hubiese hecho nunca. Le gusta vivir tranquilo y si hubiese vuelto para jugar en la vereda del frente no le iba a gustar a nadie. En el equipo de 25 de  Mayo y Chile fue muy feliz, la pasó muy bien, la gente le tenía mucho cariño.
Poco a poco se fue sintiendo cómodo en el club, con el hincha está agradecido porque siempre lo trató bien. Además siempre trató de dar lo mejor. El hincha de Atlético es increíble, es una hinchada que está siempre, son muy seguidores. Recuerda que esas campañas los acompañaban a todos lados. Hubo momentos que la hinchada ayudó en partidos difíciles. Recuerda un Chacarita – Atletico en el que estaba en juego la punta y la gente fue impresionante.

Otro de los ídolos del club con el que compartió fue Luis Miguel Rodríguez.

-El “Pulguita” es un fenómeno- dice.

 Opina que no es malo que se haya ido a otro club. El hincha de atlético tiene que estar agradecido, otro jugador se hubiese ido mucho antes. Lo van a extrañar pero hoy tiene otros buenos delanteros. Calcula que se va a retirar con la celeste y blanca.

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En el pueblo en el que nació, todavía están sus padres, separados hace un largo tiempo y sus hermanos Karina y Mauro.

Su padre trabaja en el campo, tiene hectáreas de trigo y la mayor parte del tiempo se encuentra cosechando. Su madre es ama de casa y esta jubilada.
Lucas es el hermano del medio con 39, Karina tiene 42 y Mauro 38, la relación con ellos es muy buena, conversan mucho. De chicos cuenta que era el más tranquilo, los demás peleaban demasiado. No hacia renegar tanto a sus padres, en ese sentido fue un poco mejor que ellos, dice entre risas.

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Durante su vida como futbolista profesional, esquivaba a los periodistas. Sostiene que con la prensa hablaba muy poco, trataba de hacerlo después de los partidos porque durante la semana era siempre lo mismo.

- Como nos preparábamos, y siempre era de la mejor manera pero después no se sabe cómo va a ser el partido- dice con fastidio.

 Les decía que lo inviten a comer asado pero que no  para que le hagan una nota. El sabía si atajaba bien o mal no hacía falta ver lo que decían los periodistas. Por lo que no se ponía ver programas o diarios.

 Hoy en día, sigue siendo una persona competitiva, como lo era en su época como profesional, le gusta seguir progresando. Uno cuando juega trata de tener buenos resultados y a nadie le da lo mismo ganar que perder.






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